Camino con el alma encallecida
a causa de los múltiples fracasos
que he tenido a lo largo de mi vida,
ya comenzando en los primeros pasos.
Ninguna buena suerte me acompaña
y en cambio de la mala prisionero
me encontré, porque nunca me di maña
de andar por el camino más certero.
Niñez y juventud fueron muy tristes
y me acerco a un final que ya te digo,
muy lejano a la gana de hacer chistes,
pues veo que mi vejez va a ser de abrigo.
Me queda la esperanza que en la gloria
se vuelva del revés ésta, mi historia.