Ya me hubiera gustado que ese beso
motivo de la estatua de Rodin,
hubiera sido mío, porque al fin
es eterno y muy tierno el embeleso
que sentiría y además de eso,
pondría a trabajar a mi magín
para que se quedara el querubín
entre mis brazos, para siempre preso.
Seguro que también me encantaría
haber estado como fiel modelo
cuando hiciera el autor tal escultura,
pues de tanto posar me subiría
el placer a la altura de ese cielo,
donde todo está lleno de dulzura.
Más que hermosa locura,
sería para mí tener la suerte
de quedar en la piedra siempre inerte.
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