Esa boca divina que adivino
de miel por el sabor de tus palabras,
sería a todas luces el destino
de mis besos, pidiéndote que la abras
para entrarte hasta dentro, a ver si puedo
llegar hasta la fuente de tu esencia
y libarla y después allí me quedo,
para estar para siempre en tu presencia.
No pienso en otra cosa diferente
de ti, por más que intento escabullirme,
pero estás, quiera o no, asaz presente
en mí y adonde vaya, has de seguirme.
Me tienes bien atado, mas no importa
que fuera la cadena aún más corta.